Me gusta pensar que sigue allí, todo igual, pero mejor si cabe. Porque nunca he sido de finales. Ni felices, ni en ingles, ni abiertos. No se me dan bien las despedidas, prefiero girarme y mirar una luna disfrazada, o reírnos por todo y con todos,porque odiamos los funerales de maletas.
Y es que a la gente le gusta decir, "estás como en medio de la nada, en una nube, en la pubertad, entre el caos, el barullo de la gente, en una espiral, un circulo vicioso, en un agujero negro, al otro lado del espejo, estás mirando al horizonte, tirando una piedra al mar, saltando sobre un charco, pensando tras la ventana de un autobús. Vuelve y reacciona. Habla ahora, o calla para siempre."
Pero lo que no saben es que esa es la propia realidad, la de vivir ahora, porque el futuro está por llegar, siempre por llegar, por mucho que queramos correr, nunca se llegará a tiempo, es como una persecución, cómo la del número 13, siempre ha habido un mito alrededor de él, últimamente me persigue como fecha, como escena, y como portal.
Aunque igual, todo esto, los números, los giros, y las habladurías sean solo delirios, creencias en símbolos y señales, pequeñas anécdotas que te hacen tirar hacia el lado que quieres de verdad, meras excusas que se usan para huir, o para llegar.
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