Vendemos nuestro tiempo para comprar cosas que no lo den, buscamos la verdad en los medios que corrompemos y despreciamos convirtiéndolos en basura, basura que creamos nosotros y escondemos, y fabricamos más para esconderla mejor y poder tener más hueco, vivimos de nuestro espacio buscando sitio ocupados y llenos de humo que después despreciamos y rehuimos al pensar que somos tan adictos a el, que nos lo llevamos hasta de vacaciones. Vacaciones si, volvemos al tiempo que buscamos y compramos con el dinero que nuestra falta de tiempo nos ha dado, criticamos el sistema que decimos nos oprime y esclaviza, y lo hacemos desde nuestros trabajos por dinero y tiempo y casas hipotecadas que no nos dan la felicidad, porque un día nos damos cuenta que la felicidad la buscamos fuera de ella, por eso nos gustan tanto las vacaciones y las camas ajenas.
Y así de ajenos vivimos a lo nuestro, buscando insaciablemente un grupo semejante al nuestro al que decirle lo diferentes y originales que somos, compartimos recuerdos falsos que intentamos malmeter en nuestro diario de vida, vida que se pasa y no vuelve decimos, con los hombros agachados al darnos cuenta que de hecho, ya hemos malgastado demasiada, y que sin duda, lo seguiremos haciendo con el intento de creer en algo que en un futuro merezca la pena, y el presente este y lo sabemos, pero se está tan in-cómodo aquí, que nos conformamos con una satisfacción en la sala de espera que nunca llega, leemos sobre nuestras metas que se quedan sobre libros y proyectos a medias guardados en los cajones al lado de esa basura que escondemos y escondidos detrás de esa vida falsa compartida.
Olvidamos nuestros cuerpos para vivir en los de los demás, y si la salud es importante y lo sabemos, la tratamos y destramamos con artificialidades para volvernos más naturales, más como antes, porque sentimos que cualquier pasado fue mejor, pero lo hablamos desde nuestra teoría de la evolución, siempre para adelante. Tropezamos y caemos en la misma piedra que no se mueve, creemos en la libertad del amor poniéndonos barreras y anillos que después tiramos por la borda aludiendo a esa libertad que creíamos ideal, pero una vez tenida, volvemos a buscar como perro sin dueño un hogar en el que las naranjas se sirvan enteras. Porque la historia de las medias, ya se ha quedado atrás.
Pensamos mucho en ser impulsivos, imponiéndonos perfiles que no nos encajan, y cuando por fin lo somos, somos insensatos, sin vergüenzas y antisistemas, y al vernos ahí, tratados como una basura que esconder, un virus que disfrazar, o un tiempo que perder, entendemos que si quieres algo, hay que buscarlo, si lo tienes, cuidarlo y si te encaja, pegarlo. Pero...cómo?
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